El hormigón es un material fundamental en la construcción debido a su versatilidad y durabilidad.

Se utiliza en estructuras como pilares, vigas, losas y muros, gracias a su capacidad para soportar grandes cargas y ofrecer una excelente resistencia mecánica. No obstante, la solidez del hormigón puede verse seriamente comprometida en presencia de fuego, ya que su resistencia comienza a disminuir cuando la temperatura supera los 300 ºC. A partir de los 550 ºC, el hormigón puede perder casi por completo su capacidad de carga.

En el caso del hormigón armado, la situación es aún más delicada, ya que no solo se ve afectado el material en sí, sino también las armaduras de acero que lo refuerzan. Estas armaduras comienzan a perder su resistencia a partir de los 250 ºC y, a medida que la temperatura aumenta, se produce un daño progresivo en la adherencia entre el hormigón y el acero.

Para evitar estos riesgos, es fundamental aplicar una proyección de mortero ignífugo sobre las superficies de hormigón. Éste crea una capa protectora que retrasa el aumento de temperatura del hormigón en caso de incendio, mejorando así la resistencia de los elementos estructurales.

Este tipo de protección es especialmente importante en áreas de alto riesgo de incendio, como garajes, cuartos eléctricos, salas de calderas y otras zonas donde la exposición al calor extremo es más probable.