Las estructuras metálicas de acero son un sistema constructivo ampliamente utilizado debido a su notable resistencia por unidad de peso.

Esta característica les otorga una gran versatilidad, permitiendo la creación de estructuras tanto livianas como complejas, lo cual es ideal para una amplia gama de aplicaciones arquitectónicas e industriales.

El uso del acero en la construcción facilita la edificación de estructuras que requieren tanto robustez como flexibilidad, posibilitando diseños innovadores y eficientes que aprovechan al máximo las propiedades del material.

Sin embargo, una desventaja importante del acero es su alta conductividad térmica, que puede ser problemática en situaciones de incendio. A medida que la temperatura aumenta, la capacidad del acero para transmitir calor provoca una rápida disminución de su capacidad portante y de su resistencia mecánica. A temperaturas de aproximadamente 250 ºC, ya se observan cambios significativos en la resistencia y el límite elástico del material. Cuando la temperatura alcanza los 500 ºC, la resistencia del acero disminuye drásticamente, lo cual compromete la estabilidad de la estructura y su capacidad para soportar cargas.

Para mitigar este riesgo, una solución eficaz es revestir los perfiles de acero con placas de silicato, aumentando así su resistencia al fuego. El espesor de estas placas se determina en función del nivel de protección contra incendios requerido y del tipo de perfil que se necesita proteger, proporcionando una barrera efectiva que mejora la seguridad estructural durante un incendio.